Lo observo detenidamente a través del cristal y la tecnología.
Su expresión de atrevido me avisa que sus manos
Su expresión de atrevido me avisa que sus manos
ligeras serían capaces de robar el calor de mis entrepiernas.
Entre citas que se pierden, se cancelan o se esperan,
lo encuentro de repente sentado junto a mi.
Me mira, me rompe la vida con un beso y me acaricia el alma con su libertad.
Sus dientes me acuerdan que tengo labios, cuello, oídos… ¡pezones!
Su lengua me convence de que tengo piel.
Los nervios me traicionan, me borran la memoria y no sé qué hacer
con tanto atrevimiento frente a mí.
De la copa a su boca el vino adquiere un mejor sabor,
pero la locura de beber de sus labios me excita,
por eso no me resisto a tocarlo,
palpar su vida,
probar el sabor de su virilidad…
y entre palabras obscenas, falta de aliento y sudor,
me embriago de su ser... de su delicioso ser.
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