y de cuyo espíritu natural me dejo absorber.
Escudriñas,
me buscas, revisas cada espacio como si estuvieras perdido,
conviertes la ruta en un juego simple.
Te dejas, como si te
fuera a vencer.
Me envuelves y me
muestras tus opciones,
abrazas mis afirmaciones
como si cediéndome a tus reglas lograras borrar de la faz de la tierra mis
deseos…
Pero me vence tu pecho
convertido en muralla,
tus brazos y pies en
grilletes; tus muslos, en hogueras.
Me bañas y me quemas,
y según tus ganas, le das forma al grito desesperado de libertad que se escapa de mi cuerpo.
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