27 de noviembre de 2012

Me quedo con lo que no puedes tocar...

Puedes borrar las rutas que conducen hacia ti... 
Dejar sin señales los caminos... 
Esconder los mapas, cambiar el destino... 
Pero no puedes quitarme lo vivido.

Me puedes negar tus besos, 
prohibir tu saliva, 
ocultarme tu lengua... 
Podrás resguardar tus caricias y tu sombra de una noche más a mi lado. 
Puedes negarme tu locura y tu peso, pero lo vivido...

Puedes borrar los jueves del calendario, 
y la lluvia de los jueves, 
su oscuridad y el frío... 
Tíralo todo a la basura, 
déjalo todo en el olvido, 
lanza al vacío el corazón y el abanico...

Disfruta los planes, 
anega de distancia las tentaciones, 
sigue tu ritmo... 
Olvida, recuerda, no sientas, miéntete... 
Ignora, suplica... 

Me quedo con lo simple,
con lo que es mio y no puedes tocar... lo vivido.

29 de octubre de 2012

Renovados…


Me gustan los besos renovados…
Los que no saben igual…
Los que ayer eran dulzura y hoy son pasión, los que cambian de color…

Besos tan cortos como mirarte por un minuto,
tan cortos como estar contigo un año,
tan cortos como observarte…
tan cortos como tus “te amo”…

De sabores,
besos de menta, de melocotón, de fresas de Constanza y de ron puertoplateño…
De chocolate blanco, como tu piel o de pimienta como tu lengua.

Besos tan largos, como esperarte;
tan largos como la noche en que no hay besos tuyos, o como aquellos que se quedan en mis labios cuando no alcanza el tiempo.

Me gustan los besos renovados…
especialmente los nocturnos y los diarios,
los que cambian de fuerza,
los besos secretos… los mojados y los secos…

Los besos escondidos, los inesperados, los teñidos…
Incluso los fríos y los calientes, pero me gustan los besos…
Los besos renovados…
Esos que salen de tu boca.

14 de junio de 2012

Paisaje boscoso

Me desprendo de lo terrenal cuando tus ojos verdes se convierten en un denso paisaje boscoso frente al que desnudo mi alma sin pena alguna,
y de cuyo espíritu natural me dejo absorber.

Escudriñas,
me buscas,
revisas cada espacio como si estuvieras perdido,
conviertes la ruta en un juego simple.

Te dejas, como si te fuera a vencer.

Me envuelves y me muestras tus opciones,
abrazas mis afirmaciones como si cediéndome a tus reglas lograras borrar de la faz de la tierra mis deseos…

Pero me vence tu pecho convertido en muralla,
tus brazos y pies en grilletes;
tus muslos, en hogueras.

Me bañas y me quemas,
y según tus ganas,
le das forma al grito desesperado de libertad que se escapa de mi cuerpo.




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