Asfalto caliente,
el silencio y la oscuridad natural de una noche cualquiera en el centro de la ciudad,
las huellas se quedan,
mientras caminamos trenzados sin razones aparentes o conocidas,
con deseos impublicables de por medio,
yo cuidando y conteniendo una cascada,
tu lloviendo intensamente sobre ella.
Extiendes tu brazo derecho,
me envuelves en una propuesta atrevida y muda,
al mismo tiempo en que me excita sentir el poder de tus biceps.
Acaricio la eternidad del momento y la piel que un día lameré
soporto con valentía un beso inesperado...
de esa boca...
de esa boca cuya temperatura ignoro y me provoca sed.
Paciencia.
Aire puro para calmar el noctural y la consciencia.
Resisto por compasión ajena el no raptarte sólo una vez.
Líneas que salen del corazón, de la realidad, de situaciones; no aptas para conservadores e inspiradas en las más inimaginables verdades materiales e inmateriales y que podrían cambiar la vida de cualquiera o incluso... hacerles sentir nada.
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