20 de noviembre de 2008

¿Soy lenta?

Sí, tanto como quiero que te desvistas cuando estés frente a mí,
tan suave como desesperante,
para que mis ojos no pierdan detalle alguno de tus medidas,
de la grandeza de tu hombría,
del ardor de la espera, de la realidad de tu juventud.

Lenta,
como el recorrido de la miel que imagino rodea tu aura,
que me atrae y me adhiere a tus límites.

Tanto como mi lengua en su ruta perdida y endiablada por debajo de tus pantalones,
tu cadera sudada,
tu alma sobrecogida,
tus pulmones mendigando un poco de aire...
Tan lenta como saldrían tus palabras después de tenerte,
rogándome: "ya... no ... más".

11 de noviembre de 2008

Me embriago de ti

Lo observo detenidamente a través del cristal y la tecnología.
Su expresión de atrevido me avisa que sus manos
ligeras serían capaces de robar el calor de mis entrepiernas.
Entre citas que se pierden, se cancelan o se esperan,
lo encuentro de repente sentado junto a mi.

Me mira, me rompe la vida con un beso y me acaricia el alma con su libertad.
Sus dientes me acuerdan que tengo labios, cuello, oídos… ¡pezones!
Su lengua me convence de que tengo piel.

Los nervios me traicionan, me borran la memoria y no sé qué hacer
con tanto atrevimiento frente a mí.

De la copa a su boca el vino adquiere un mejor sabor,
pero la locura de beber de sus labios me excita,
por eso no me resisto a tocarlo,
palpar su vida,
probar el sabor de su virilidad…
y entre palabras obscenas, falta de aliento y sudor,
me embriago de su ser... de su delicioso ser.

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