SANTO DOMINGO.- Uno de los últimos trabajos periodísticos y a la vez, uno de los más gratificantes que realicé en el periódico El Siglo unos meses antes de que nos anunciaran el cierre del mismo, fue hacer un recorrido por la Reserva Científica de Ébano Verde, en La Vega, junto al entonces vicepresidente y hoy secretario de Medio Ambiente, Jaime David Fernández Mirabal, y un grupo de amigos y relacionados.
Si desde antes lo admiraba por el linaje familiar al que pertenecía, haber compartido con él aquel recorrido, me hizo colocarlo en un alto pedestal, donde podía admirarlo y ponerlo como ejemplo; llegué a pensar incluso que ojalá un día le tocara gobernar República Dominicana.
Durante toda la mañana y la tarde de aquel día, Fernández Mirabal nos habló de las cualidades de aquella extraordinaria reserva, ubicada en la Cordillera Central; caminamos durante tres o cuatro horas por un sendero prodigioso, donde la naturaleza nos arropaba y nos hacía vivir momentos que serían irrepetibles, el grupo disfrutó a plenitud de cada paso y cada esfuerzo realizado para subir y bajar las lomas que incluía el paseo. En fin, fue un recorrido inolvidable.
La verdad es que quedé inspirada para siempre en defender los recursos naturales, en amar el bosque y las especies endémicas de mi tierra, y todo por lo que había visto y por lo que había escuchado salir por la boca de Fernández Mirabal.
Pero indiscutiblemente, en el único que se puede confiar y esperar es en Dios, porque… ¡Caramba! ¡Qué desilusión tan grande con Jaime!
Y les digo algo, todo lo que he estudiado en la vida sólo tiene que ver con letras, literatura, periodismo o tecnología, pero lo que he leído y aprendido es suficiente para saber que construir una cementera en una zona cercana a Los Haitises, por no decir en Los Haitises, es un acto no sólo de lesa patria, sino de lesa humanidad, dadas las condiciones y los cambios climáticos en la tierra precisamente por el desmedro y el irrespeto de los seres humanos al medio ambiente y los recursos naturales.
Si desde antes lo admiraba por el linaje familiar al que pertenecía, haber compartido con él aquel recorrido, me hizo colocarlo en un alto pedestal, donde podía admirarlo y ponerlo como ejemplo; llegué a pensar incluso que ojalá un día le tocara gobernar República Dominicana.
Durante toda la mañana y la tarde de aquel día, Fernández Mirabal nos habló de las cualidades de aquella extraordinaria reserva, ubicada en la Cordillera Central; caminamos durante tres o cuatro horas por un sendero prodigioso, donde la naturaleza nos arropaba y nos hacía vivir momentos que serían irrepetibles, el grupo disfrutó a plenitud de cada paso y cada esfuerzo realizado para subir y bajar las lomas que incluía el paseo. En fin, fue un recorrido inolvidable.
La verdad es que quedé inspirada para siempre en defender los recursos naturales, en amar el bosque y las especies endémicas de mi tierra, y todo por lo que había visto y por lo que había escuchado salir por la boca de Fernández Mirabal.
Pero indiscutiblemente, en el único que se puede confiar y esperar es en Dios, porque… ¡Caramba! ¡Qué desilusión tan grande con Jaime!
Y les digo algo, todo lo que he estudiado en la vida sólo tiene que ver con letras, literatura, periodismo o tecnología, pero lo que he leído y aprendido es suficiente para saber que construir una cementera en una zona cercana a Los Haitises, por no decir en Los Haitises, es un acto no sólo de lesa patria, sino de lesa humanidad, dadas las condiciones y los cambios climáticos en la tierra precisamente por el desmedro y el irrespeto de los seres humanos al medio ambiente y los recursos naturales.
Si no me equivoco, además de ser un supuesto "defensor del medio ambiente", Fernández lo que estudió fue psiquiatría. Y si es que estudió algo sobre el cuidado del medio ambiente, entonces, que le quiten el título, porque con lo que está haciendo ahora reprobó todas las materias.
Qué pena me da Jaime David Fernández, quisiera tener el poder de borrar su segundo apellido de su cédula y acta de nacimiento. Qué desilusión, qué vergüenza ajena.
¿Por qué en Los Haitises? ¿Por qué el atropello a un santuario como ese? Jaime, ¿será que también me voy a enterar de algo peor? ¿será que todavía puede darme más pena y vergüenza de alguien a quién tanto admiré?
Qué pena me da Jaime David Fernández, quisiera tener el poder de borrar su segundo apellido de su cédula y acta de nacimiento. Qué desilusión, qué vergüenza ajena.
¿Por qué en Los Haitises? ¿Por qué el atropello a un santuario como ese? Jaime, ¿será que también me voy a enterar de algo peor? ¿será que todavía puede darme más pena y vergüenza de alguien a quién tanto admiré?
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