8 de enero de 2008

¡Los Reyes son unos bandidos!

Manuela Lora
Editora/MS


Cuando me levanté el pasado domingo a ver si me había portado bien durante el 2007, me puse muy feliz porque Los Reyes Magos me dejaron una bolsa llena de regalos que no cabía en mi sala, era un saco dorado, voluminoso y pesado.
“¿Qué será?”, me pregunté, “¿las baterías del inversor; un bono de 10 mil en Hilda Plus; 3 modernos y coloridos conjuntos de hacer ejercicios y un sobre con la inscripción para el Gold Gym; una TV de 24 pulgadas, un par de almohadas de plumas de ganso; un juego de maletas para mis próximas vacaciones en Orlando; un mini componente con todos los powers; un peluche de carne y huesos profesional y con bastante experiencia; 20 yardas de chifón y podesoi para llevárselas a Jorge; los libros y el uniforme del colegio de Charlotte para septiembre; la colección completa de Juan Luis; un UPS…?”.
Por mi cabeza pasaron tantas cosas en ese momento.
Me acerqué despacio, pero apresurada, total, para darme cuenta de que lo habían hecho de nuevo esos bandidos... no me dejaron nada de lo que les pedí, todo lo que dejaron fue seleccionado según su gusto.
Aún así, agradezco sus detalles, especialmente aquel que me pusieron en vez de las baterías (una funda de ganas de vivir acabadas de sacar de la fábrica) y también el que me cambiaron por el bono y las telas (un revestimiento de fe, paciencia y coraje, exquisitamente pensado para tiempos electorales y de crisis).
No les voy a perdonar el cambio del radio y la colección de Juan Luis por la campanita de hacer bulla cuando las cosas van bien, eso sí, permití el cambio por lo de su promesa de que el cielo completo estaría conmigo en los momentos difíciles.
En cuenta a lo del colegio de la niña… esos reyes privan en sabios, me dejaron por escrito que ellos no regalan cuestiones que tengan que ver con la escuela ni las tareas, que eso es muy canson, pero que ahí le dejaban, junto con mis cosas, un paquete de salud que le serviría para todo el año, cosa claro, que se la agradecí encarecidamente.
¡Con lo de las maletas se pasaron, eh! Me dejaron con el cuento de que cuando terminaran de repartir me dejarían las suyas, para que tuviera un equipaje internacional, ¡tramposos!... ¿Y qué decir con lo del peluche? ¿Quién será el tonto que le creerá a los Reyes que en su propia juguetería se agotaron esas piezas tan usadas y demandadas por todas?!!! Se los digo: ¡no me bastó con la promesa del primer puesto en la lista para cuando lancen la próxima tirada masculina! ¡Quería mi peluche ahora!
No se preocupen Gaspar, Melchor y Baltasar, ya no les vuelvo a pedir nada… claro, hasta enero 5 del 2009.

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