Sin derechos ni deberes, me imagino,
otras manos disfrutando de tu cuerpo;
combinando mar y viento en movimientos
que hacen mella en mis sueños y deseos.
.
.
Sin sentido,
pues no importa lo que piense,
me da sed tu libertad ante la vida
y aprisionas con tus planes de alegría,
las mil rutas que me llevan a tu pecho.
¡Ay, qué rabia, esperarte sin derechos!
¡Ay, qué rabia, esperarte sin derechos!
Transgrediendo tus mil puertas de mil fuegos,
observando desde lejos cómo alejas
esos labios que despiertan mis silencios.
“¡Atrevida!”,
“¡Atrevida!”,
me dirás y qué me importa,
si es amarte y ser constante en lo que pienso,
en tocarte, en lamerte hasta la orilla
de tus límites de hombre siempre presto.
.
.
y disfruto tus historias sobre sexo,
Sin embargo esta noche, y sin derechos,
Sin embargo esta noche, y sin derechos,
mojaré mis manos…
pensando en ti,
en mi lecho.
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